viernes, 19 de septiembre de 2008

EN LA CARCEL DE SU ORGASMO




Me contó que nunca había tenido un orgasmo desde aquella vez cuando estaba para cumplir los 15 años y su primo hermano la violó en una fiesta patronal, allá en Nuevo Chimbote. Su pasaporte sexual era intenso. "Solo buscarme vengarme del destino", me dijo. Cuando ingreso a la escuela de la Policía Nacional, vivió tres meses miserables. Un capitán instructor la quiso llevar a un hotel una noche que celebraban el cumpleaños del Instructor en jefe. Ella había aceptado. “Extrañaba que me maltraten cuando me tiraban”, me dijo y añadió “ese era el momento. Una vecina los vio y de vergüenza tomó un taxi y se fue a su departamento en Buenos Aires y se masturbo con un inmenso pepinillo para la ensalada de su lunes hasta la mañana del domingo. Cuando me contaba sus cosas mientras me azotaba en la celda, una baba lujuriosa le corría hasta sus pechos.
Teresa es policía de tránsito en el Centro de Chimbote. Yo cometí la infracción más tonta de mi vida. Le ofrecí dinero para que no me ponga la papeleta. Ella se trepó a mi auto y me llevó hasta un garaje donde había un cuarto con un colchón y harta ferretería sexual. Primero me esposó a un tubo de la pared y con una sola mano hizo que me desvista. Ella también se quedó sin ropa. Tenía un cuerpo divino. Sus nalgas eran imponentes. Así, media hora estuvo besándome e hizo que me viniera en su boca. Luego se aleonó. La penetré mientras rugía. Entonces convulsionó. Era como hipos en todo su cuerpo. En el colchón se quedó dormida boca a bajo. Cuando despertó rompió la papeleta y me hizo otra más grave. “Mi venganza no termina”, me dijo y otra vez me la chupó hasta sacarme sangre. “El deber es el deber”, me dijo y me dejó en libertad. Jamás he querido tanto que me encarcelen otra vez.

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