viernes, 24 de octubre de 2008

CAPILLA DE SAN BARTOLO AL ATARDECER


Como exorcismo contra M.A.T.


1.


Aún tengo el sabor de las piedras en mi boca, hace frío
y en el balcón del hotel te acaricio horadando los océanos.
El Señor observa desde sus columnas ocres el mar sordo.
En lo alto del promontorio, la cruz arde envuelta de sonidos
que al ocaso se hacen ecos en el olvido del camal.
Oscurecida virgen mira el fondo de su templo a dos aguas
donde la fe del gozo vence a las palabras mordidas.
Y la inmensidad cicatrizada del pellejo de los cielos
ahoga la cáscara del océano y lo curva a su antojo.

El vapor aromático de las entrañas de los toros
sangre para mi cogote en buen vaso caporal.
Mi padre en su reata mi madre en la punta de su enagua
Era feliz y es cierto que apesto a tus vapores
Y ahora tu cuerpo del otro lado de la cama desmayado
más bello que el sopor de tu orgasmo vacuno
y me preguntas en la madrugada si el arenal
es tan azul como los ojos de los bueyes degollados.


2.


El anular toca el anzuelo de tu hocico y
qué otro cuerpo soldará a tu brida la palabra te amo
En la luz azul de la nada que dejó mi arpón
Que la usura y el destaje han olvidado
sobre todos los colchones tiesos de la agonía
cuajada sobre un epígrafe sin pétalos ni rocío
en el hierro de la noche sin tu timonel
y en el coro a tus relinchos tañendo de estruendoso tejido
cual grasa inerte podrida en el tiempo
que ni el mar olvida y jamás la memoria que te asfixia.


3.


Dermis de las naranjas y grupa generosa, sueño sin canto
y un sherzo sin coros como epitafio a barlovento.
Del estanque sin coágulos la sangraza hace sendas
Busca el sol y a borbotones gana la orilla e infecta.
Ahogada en el salitre y envuelta en la luz cenital
tu roes el seso glorioso del falo embriagado
y la sublime Aparición y el furioso susurro
cual beso falaz de un chelo enturbiado en piscos.
Virgen de los témpanos perdónanos a pesar del amor
desnudos viscerales engallaste mi maligno estilete.
Dos seres seminales y sus marinas feuilles mortes.
el latido galvanizado como ofrenda de los amantes
que se quisieron tanto que ahora están mejor muertos.




lunes, 20 de octubre de 2008

BLANCAS PERO DE NEGRO


Siempre me gustó la lencería negra. Un sostén desarraigado (como ese sobre las enormes tetas de Sophia Loren) y un calzón breve y de encaje bregando contra la tormenta púbica, era lo mío. Mis sueños de púber, mis pesadillas sin ladillas, todavía. Así, mientras recordaba mis hazañas en el celuloide en aquel Piso 11 del Hospital Rebagliatti y luego de tremenda cirugía en el abdomen (dicen que tenía una chapa de Cristal junto al hígado) y con los olores a la anestesia antigua, veía el desfile de médicos y enfermeras en el rincón posoperatorio.


Cuando me trasladaban a mi habitación y de soslayo pude observar sus muslos embutido en una medias blancas debajo de un mandil albo de una de las enfermeras, aquella que se parecía a mi prima Paola. Mi delirio se hizo río de incontinencia luego, por la madrugada y el dolor me obligó a tocar el timbre para que me calmen el dolor. Nada pudo ser más placentero ver ingresar en al penumbra de la habitación a esa enfermera casi Paola. Cálmese, me dijo con una voz a la Virgen María. Yo le dije del ardor insoportable en el bajo vientre. Ella levantó la sábana, me revisó la vende y me comenzó con un ligereo masaje. Dios mío, esa yema de sus dedos era tormento y delicia. Yo sentía que todo se me ponía duro. Ella también. Luego se puso a jugar con el miembro erecto. Yo había olvidado ese tajo ardiente que me quemaba las tripas.


Tienes que ser más hombrecito, me dijo al oído empujando sus frases con su lengua. Luego me comenzó a besar todo el cuerpo hasta hacerme perder el sentido. Era de madrugada, como hoy. Ella duerme a mi lado ahora. Todavía tiene los muslos perfectos. Es mi amiga cariñosa y los lunes le hace creer al esposo que tiene guardia. Yo sigo enfermo por ella un piso más arriba. En psiquiatría.

miércoles, 1 de octubre de 2008

TODO SOBRE MI MADRE


TE ODIO CON ARDOR

Soy secretaria desde que murió papá. El corazón lo mató por culpa de mi madre. No hago más que odiarla desde esa vez, peor no tiene caso. Y pensar que él fue mi primer hombre. Ese hombre que me acariciaba cuando en el sueño me asaltaba él mismo, convertido en fantasma. Luego lo amé porque me descubrió como mujer. La delicia de sus caricias me potenciaron las formas de mi cuerpo antes de cumplir los 15 años y yo lo buscaba para dormirnos entré él y la canalla de mi madre. Él me enseño que mis labios tenían vida propia sobre todo cuando lo besaba en sus partes íntimas y poderosas. He tenido cientos de experiencias luego. Hoy he cumplido 26 años y amo a Leoncio. Pero él, a quien idolatro por ser un hombre tan tierno, no sabe que enloquecía con los ronquidos de mi padre detrás de mi orejita. Esa voz que salía de su garganta gutural y que me contó las historias más extraordinarias cuando yo era niña. Luego hurgó en mi cuerpo hasta hacerme estallar de placer.

Soy secretaria, repito, y tengo amantes de fines de semana. Me llaman, me chatean, me persiguen. Saben que soy una mujer voluptuosa. Incluso, Nacho, mi jefe, me coloca al borde de la locura cuando me penetra. No imagina el tonto que mi padre lo hacía mejor y me convirtió en un ser insaciable. Una hembra a quien todos los hombres le provoco que volteen toda su cabeza para verme mis nalgas duras y mis muslos redondeados. Ese padre mío me engendró y al mismo tiempo me hizo ser una bestia de la mayor de las lascivias. Qué lástima que se haya muerto cuando mi finada madre nos descubrió haciendo el amor como unos cuadrúpedos descontrolados en su cama donde me engendraron el mismo día de su aniversario de casados. QEPD.